top of page

Ansiedad al conducir. Todo en nuestra vida está justo ahí, en frente, para que podamos mirar dentro…

  • Foto del escritor: Liss
    Liss
  • 26 mar
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 2 abr

Hace unos meses, cuando comencé mis clases de manejo aquí en España, me encontré cara a cara con mis miedos. Sentía mucha tensión en el cuerpo, ansiedad y una avalancha de pensamientos catastróficos. Creía que era normal, después de todo, nunca antes había conducido, y además, aquí en España todo es muy diferente a Venezuela.


Pasaron los días y, aunque mi mente integraba algunas lecciones, mi cuerpo y mi corazón seguían reaccionando igual: un latido acelerado, músculos en tensión y un pensamiento recurrente: "No quiero hacerle daño a nadie..."


Una tarde, después de una práctica especialmente difícil, decidí meditar. Me senté en silencio, dispuesta a atender ese corazón desbocado y ese cuerpo tenso. Mientras respiraba, dejé que la energía del miedo me hablara. No tardó en aparecer un recuerdo doloroso: el año 2000.


Mi padre falleció en un accidente de tránsito. Iba en su moto cuando un joven lo atropelló. Yo tenía 10 años. Aunque creía haber atravesado todo el dolor que conlleva la pérdida de alguien que amas, me di cuenta de que había algo que nunca había mirado con honestidad: los juicios que guardaba hacia ese chico y hacia lo que ocurrió aquel día.

"Qué irresponsable." "Nos hizo daño." "Destruyó nuestra familia." "Ni siquiera tenía permiso de conducir."


Todos estos pensamientos, que durante años se habían quedado atrapados en mi inconsciente, los estaba proyectando sobre mí misma y sobre mi experiencia al volante.

Hacer consciente esos juicios fue doloroso, pero también liberador. Me di cuenta de que, al sostenerlos, el único daño lo estaba sintiendo yo. Porque lo que experimentamos afuera es solo un reflejo de lo que llevamos dentro.


Así que, con todo mi corazón, decidí entregar esas percepciones que me robaban la paz. Comprendí que el perdón no es algo externo, sino un acto interno. Es mirar lo que crees, reconocer que no te hace bien y entregárselo a Dios para que Él te muestre otra manera de ver.


Y así fue. Después de esa meditación, sentí gratitud. Entendí que mi miedo al conducir no era solo el temor natural a algo nuevo, sino la manifestación de una herida mucho más profunda, una que necesitaba ser sanada.


Como siempre les comparto, la respiración, el silencio y mi práctica de perdón han sido mis grandes aliados.

Pedí, con todo mi corazón, ver de otra manera. Que esos juicios se transformaran en amor y recordé que mi único anhelo real es sentirme en paz. 


Unos meses después, en una de mis sesiones de psicoterapia, una mujer me compartió su historia: su hija había muerto en un atropello. Sus palabras llegaron como un susurro divino, como la pieza que faltaba en mi propio proceso:

"Nadie sale de su casa queriendo atropellar a otra persona. La persona que atropelló a mi hija fue el canal que Dios eligió para llevarla a otro plano, y no tengo nada en su contra."

Ufff... esas palabras fueron un regalo. Se sintieron como una respuesta de Dios, como el sello final que necesitaba para ver con inocencia a aquel chico que, en el año 2000, transitaba la misma calle que mi padre.


En este episodio, exploramos juntos la vital importancia de conectar con nuestras emociones.

Ver con inocencia trae mucha paz. Pero solo es posible cuando estamos dispuestos a mirar con honestidad los juicios que se interponen al amor.


Finalmente, sentí gratitud por mi intención de aprender a manejar. No solo me permitió conducir, sino que me llevó a profundidades de mí que nunca antes había visitado.

Gracias a esa mujer, que vino a mi consulta buscando sanar su duelo, y terminó siendo un instrumento divino en mi propia sanación.


Hoy, con licencia de conducir en mano y el corazón ligero, puedo decirte con certeza que:


La Ansiedad al conducir me permitió entender que todo en nuestra vida está justo ahí, en frente, para que podamos mirar dentro…


Para que podamos derribar las barreras que nos impiden amar y VIVIR DE OTRA MANERA…

Con todo mi corazón, 


Liss. 


Terapia individual
60
Reservar ahora

 
 
 

4 comentarios


Gracias!!! Que maravillosa reflexión, en cosas tan cotidianas y en lo que vivimos, todas esas cosas están allí siempre para conectarnos con nuestras emociones.

Me gusta

🥰Excelente reflexión, gracias por compartirla.

Me gusta

Diosss miiooo.. Que momento tan personal pero tan colaborador en la vida, gracias Doc por compartir esta historia vivida y lo mejor con la reflexión tan profunda, a mi a veces me visitan los pensamientos catastroficos y sé que tengo que despedirme de ellos..

Me gusta

Ufff una tremenda reflexión!! Gracias Liss por compartir, increible cómo el universo nos muestra cosas todo el tiempo, solo hay que estar dispuesto a recibirlas ....

Me gusta
bottom of page